Las máquinas quitanieves retumbaban y los camiones de sal arrojaban gránulos descongelantes en las calles de Toronto, apenas visibles bajo medio metro de nieve. Un hombre fornido blandía una pala roja cómicamente pequeña mientras ayudaba a desenterrar un coche atrapado en un cruce.
La ayuda corría a cargo de Doug Ford, primer ministro de Ontario, la provincia más poblada de Canadá y su mayor economía, quien acudió al rescate de los conductores atrapados en la tormenta de nieve de enero de 2022, e incluso llevó a algunos de ellos a sus casas.
Algunos residentes criticaron el gesto diciendo que parecía una estrategia de relaciones públicas, pero el momento de la “palita roja” captó la esencia de Ford: un hombre común y corriente que, aunque carece del refinamiento de otros políticos, cumple con su trabajo.
Últimamente, Ford ha estado liderando la lucha contra otro tipo de tormenta que se ha abatido sobre Canadá: las amenazas del presidente Donald Trump a la economía del país y su deseo de convertirlo en el estado número 51.
Ford, de 60 años, se ha lanzado al ojo público, al defender agresivamente la soberanía, la economía y el honor de Canadá, lo cual le ha valido el apodo de “Capitán Canadá” entre algunos canadienses, en un momento en que el país se siente traicionado por Estados Unidos y ha respondido con furia.
“Es como si un familiar te apuñalara justo en el corazón”, declaró Ford a la prensa después de que Trump comenzara a amenazar con imponer aranceles a Canadá. El primer ministro ha empezado a llevar una gorra de béisbol con la leyenda “Canadá no está en venta” y un jersey de hockey con “Nunca 51”, ambos en alusión a las repetidas declaraciones de anexión de Trump.
Ha retirado el alcohol estadounidense de los estantes de las licorerías —Ontario es uno de los mayores compradores de licores estadounidenses— y ha cancelado el contrato del gobierno con Starlink, una empresa de internet propiedad de Elon Musk, el multimillonario aliado de Trump.
Ford, cuya oficina dijo que no estaba disponible para una entrevista, también impuso brevemente un recargo del 25 por ciento sobre la electricidad que Ontario suministra a Míchigan, Minnesota y Nueva York.
Esas tácticas han llamado la atención de Trump.
“Hay un hombre muy fuerte en Canadá”, dijo Trump a los periodistas la semana pasada, refiriéndose a Ford, quien dio marcha atrás con el recargo tras hablar con funcionarios del gobierno de Trump que se ofrecieron a reunirse con sus homólogos canadienses para discutir el enfrentamiento arancelario.
Ford, líder del Partido Conservador Progresista de Ontario, acabó uniéndose a una pequeña delegación de funcionarios del gobierno canadiense que viajó a Washington la semana pasada para discutir la batalla comercial en la Casa Blanca.
Aun así, se espera que Trump imponga a Canadá otra ronda de aranceles el 2 de abril. Canadá ya ha tomado represalias contra aranceles anteriores con gravámenes sobre productos estadounidenses por valor de 20.500 millones de dólares.
Los aranceles podrían empujar a la economía canadiense hacia una recesión, y un puñado de empresas canadienses del sector metalúrgico y manufacturero ya han anunciado decenas de despidos en respuesta a la guerra comercial.
“Si entramos en recesión, será obra de una sola persona”, dijo Ford durante una entrevista para la televisión estadounidense, donde se ha convertido en una presencia habitual en Fox News y MSNBC, entre otras cadenas. “Se llama la recesión del presidente Trump”.
Ontario ha gastado millones de dólares en publicidad en anuncios emitidos para el público estadounidense en los que se destacan los lazos entre ambos países y se advierte de la molestia que causarían a sus bolsillos los aranceles sobre Canadá.
Canadá se ha visto durante mucho tiempo a la sombra de Estados Unidos, pero la agresiva campaña de Trump, que incluye constantes quejas de que Canadá se aprovecha económicamente de Estados Unidos, ha encendido un nuevo sentimiento de orgullo y un reconocimiento de su papel en la escena mundial.
“Me siento increíblemente patriótica, increíblemente impulsada a proteger lo que sé que tenemos”, dijo Arlene Dickinson, inversora canadiense, personalidad televisiva y miembro de un grupo federal de asesoramiento comercial.
Ella atribuye a Ford el mérito de proyectar en voz alta ese sentimiento.
“No ha vacilado”, dijo Dickinson. “No ha antepuesto los intereses individuales a los de todo el país”.
La guerra comercial ha llegado en un momento de agitación en la política canadiense. A Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá que salió recientemente, lo ha sucedido Mark Carney, exbanquero central, de quien se espera que pronto convoque unas elecciones nacionales que enfrentarán a su partido, los Liberales, con los Conservadores.
Con el máximo cargo político de Canadá en transición, Ford ha sido considerado un representante suplente del país. Aprovechó su popularidad al convocar elecciones provinciales con más de un año de antelación y obtuvo una amplia mayoría.
Dennis Pilon, profesor de política de la Universidad York de Toronto, dijo que precipitar las elecciones de Ontario ayudó a Ford a mantener el impulso y las miradas puestas en él.
“Lo hizo precisamente para evitar que la narrativa se desplazara a otra parte”, dijo Pilon.
Antes de convertirse en primer ministro de Ontario en 2018, Ford fue elegido concejal del Ayuntamiento de Toronto en 2010, impulsado por los votantes conocidos como “Nación Ford”, quienes también habían apoyado al hermano de Ford, Rob Ford. Este era un exalcalde de Toronto que murió de cáncer en 2016 y cuya turbulenta carrera política terminó tras confesar que había fumado crack.
El destacado papel de Ford en el enfrentamiento de Canadá con Estados Unidos ha difuminado algunas de las polémicas que le perseguían en casa, incluido un plan para convertir en balneario un parque situado frente al mar en Toronto.
Las autoridades también investigan opacos acuerdos inmobiliarios negociados por su gobierno para poner a disposición de promotores inmobiliarios extensiones de terrenos ecológicamente protegidos.
Y ha enfrentado reacciones negativas por su plan de abordar los notorios problemas de tráfico de Toronto eliminando los populares carriles para ciclistas.
Pero Ford sigue siendo popular por sus opiniones sobre el principal reto de Canadá en el extranjero, y esta semana dijo a los periodistas que las amenazas de anexión de Trump eran un cumplido.
“Nunca seremos un estado 51”, dijo. “Canadá no está en venta. ¿Pero no es agradable que alguien piense que tenemos el mejor país del mundo?”.
Vjosa Isai es reportera e investigadora del Times radicada en Toronto, donde cubre noticias de todo Canadá. Más de Vjosa Isai