Panamá liberará a 112 migrantes que habían sido deportados de Estados Unidos el mes pasado y estaban recluidos en un campamento remoto en la selva, dijo un ministro el viernes, luego de que abogados y defensores afirmaran que las condiciones violaban las leyes panameñas e internacionales.
Los migrantes proceden de países a los que Estados Unidos no puede deportar fácilmente, a menudo porque esas naciones no quieren recibirlos.
Panamá estaba expidiendo pases humanitarios temporales de 30 días a los migrantes, para darles tiempo de organizar el regreso a sus países de origen o a otros países dispuestos a acogerlos, dijo el viernes a la prensa el ministro de Seguridad Pública de Panamá, Frank Ábrego. También afirmó que los pases tienen una posible prórroga de hasta 90 días.
La decisión de liberar a los migrantes podría representar otro desafío a los esfuerzos del presidente Donald Trump por deportar a millones de migrantes de Estados Unidos.
A mediados de febrero, cuando Estados Unidos empezó a trasladar en aviones a personas de Asia, África y Medio Oriente a Panamá y Costa Rica —y luego esos países empezaron a encerrar a los deportados—, parecía que el país había reclutado a dos naciones dóciles para que lo ayudaran con sus ambiciosos planes de deportación.
Las imágenes de personas encerradas en un hotel de Panamá parecían un elemento disuasorio potencialmente poderoso para quienes pensaban migrar a Estados Unidos.
Pero la decisión de Panamá de liberar a los migrantes sugiere que presionar a otras naciones para que lo ayuden a llevar a cabo estas expulsiones masivas puede resultar más difícil de lo que esperaba el gobierno de Trump.
La medida no implicó a Estados Unidos y fue tomada exclusivamente por las autoridades de Panamá, según una persona familiarizada con la discusión entre esos funcionarios, quien no estaba autorizada a dar comentarios públicamente.
La liberación equivalía a ofrecer a los migrantes una forma de estatus de protección temporal, dijo la persona.
Aunque el gobierno no les va a ofrecer a los migrantes hoteles ni otro tipo de alojamiento después de que salgan del campamento, conocido como San Vicente, se les informará sobre las opciones de refugio y otro tipo de asistencia, incluida la solicitud de asilo en países distintos, dijo la persona, quien no brindó más detalles.
El Departamento de Estado estadounidense no respondió inicialmente a una solicitud de comentarios.
“Es difícil tercerizar la política de inmigración porque otros países tienen sus propias limitaciones”, dijo Andrew Selee, presidente del Instituto de Política Migratoria, una organización de investigación no partidista.
“Fue una apuesta del gobierno panameño para comprar algo de buena voluntad al gobierno de Trump”, añadió. “Pero aún no era una estrategia desarrollada”.
Ábrego dijo que de los 299 migrantes que habían llegado de Estados Unidos, 177 ya habían regresado de forma voluntaria a sus países de origen y otros 10 estaban esperando vuelos de vuelta a casa.
Los 112 restantes, entre ellos varios niños, proceden de Afganistán e Irán y llevaban más de dos semanas retenidos en un campamento situado a unas cuatro horas de la capital de Panamá. Serán puestos en libertad en los próximos días, dijeron las autoridades panameñas.
Las personas detenidas en Estados Unidos que no pueden ser repatriadas fácilmente son un gran obstáculo para los planes de deportación del gobierno de Trump.
Las familias migrantes también son un reto porque, según la legislación estadounidense, las autoridades no pueden detener a familias con niños por periodos prolongados.
El gobierno parecía haber encontrado una solución a eso el mes pasado, al trasladar migrantes de otras partes del mundo a países dispuestos a acogerlos, como Panamá. El país está sometido a una enorme presión para apaciguar a Trump, quien ha amenazado con apoderarse del canal de Panamá.
Los migrantes retenidos en el campamento San Vicente estaban entre los que fueron trasladados en avión a Panamá a mediados de febrero, y encerrados durante varios días en un hotel del centro de la ciudad. A quienes no aceptaron ser deportados a sus países, o a quienes no era fácil enviar de vuelta por razones logísticas, se les trasladó en autobús al campamento remoto en el este de Panamá, al borde de la selva conocida como el Tapón del Darién.
La decisión de liberarlos se produce cuando el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, se enfrenta a una creciente presión de los grupos de derechos humanos por la decisión del país de detener a estas personas sin cargos.
También se estaba haciendo evidente que iba a ser muy difícil deportar a algunos de los migrantes —como Panamá dijo que pensaba hacer— porque muchos procedían de países que no mantienen relaciones diplomáticas con la nación centroamericana.
Si el gobierno de Panamá hubiera optado por retener a estas personas hasta que pudiera deportarlas, podría haberlas retenido durante meses o más.
Este mes, una coalición internacional de abogados presentó una demanda contra el gobierno de Panamá ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, alegando que la detención de los migrantes violaba leyes nacionales e internacionales, como la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
En un comunicado, Álvaro Botero Navarro, uno de los abogados del caso, calificó la medida de “paso positivo”. Pero otros abogados de la coalición añadieron que el gobierno aún no ha ofrecido una solución a sus clientes, que según dijeron, tienen derecho a solicitar asilo.
Funcionarios panameños han dicho en repetidas ocasiones que dos agencias de la ONU —la Organización Internacional para las Migraciones y la Agencia de la ONU para los Refugiados— estaban a cargo del grupo en el campamento.
Pero ninguna de las dos agencias ha estado presente todos los días en el campamento. Son funcionarios panameños quienes vigilan el campamento, controlan el acceso y dirigen las operaciones diarias en su interior. El campamento es un recinto vallado, del que no se ha permitido salir a los migrantes ni entrar a los periodistas. La mayoría de las personas que se encuentran dentro no han tenido acceso a asistencia jurídica, según unos pocos migrantes que aún disponen de teléfonos móviles.
Ábrego dijo en sus declaraciones que las personas migrantes podrán hablar con sus abogados hoy o mañana.
Jorge Gallo, portavoz de la OIM, dijo que el organismo estaba presente en el campamento el viernes, prestando servicios de traducción y otro tipo de asistencia a petición del gobierno panameño. Dijo que la OIM “acoge con satisfacción la decisión” de liberar a los migrantes.
Un portavoz del Ministerio de de Seguridad Pública de Panamá, Aurelio Martínez, dijo que los migrantes podían circular libremente por el país, pero no más de 90 días.
“Después de esos 90 días, si permanecen en el país, lo harían de forma ilegal”, añadió.
Mohammad Omagh, migrante afgano de 29 años que fue deportado de California a Panamá, dijo el viernes que él y un grupo de hombres fueron llamados a una oficina para firmar varios formularios que permitían su liberación.
Relató que cuando preguntó si podía solicitar asilo en Panamá, las autoridades le dijeron que Panamá no aceptaba solicitudes de asilo y que quedarse mucho tiempo no era una opción.
Él y otros 14 hombres, todos ellos solteros, firmaron los documentos, dijo.
“Me dijeron que podía salir del campamento y tomar un autobús a Ciudad de Panamá o a donde quisiera ir, que ya no éramos responsabilidad de ellos”, dijo en una entrevista telefónica desde el campamento. Dijo que no tenía dinero suficiente para pagar hoteles y comidas.
“Parece como si Panamá solo quisiera deshacerse de nosotros y no quisiera hacerse responsable de nosotros”, dijo Omagh.
Julie Turkewitz es jefa del buró de los Andes para el Times, está radicada en Bogotá y cubre Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú. Más de Julie Turkewitz
Annie Correal informa desde Estados Unidos y América Latina para el Times. Más de Annie Correal
Farnaz Fassihi es la jefa del buró del Times para las Naciones Unidas y dirige la cobertura sobre la organización, y también cubre temas iraníes y la guerra entre Irán e Israel. Trabaja desde Nueva York. Más de Farnaz Fassihi