Cuando el presidente Donald Trump amenazó en enero con imponer aranceles a Canadá, México y China, afirmando que esos países debían tomar más acciones para detener el flujo de drogas y migrantes hacia Estados Unidos, funcionarios canadienses y mexicanos se apresuraron a trasladarse a Washington, llevando gráficos y videos en los que detallaban sus esfuerzos por fortalecer sus fronteras.
Canadá creó un “zar del fentanilo” y destinó nuevos recursos a la lucha contra el crimen organizado, mientras que México envió efectivos militares a la frontera y entregó operadores de los cárteles a la custodia estadounidense. Como resultado, Trump suspendió los aranceles a sus vecinos norteamericanos durante 30 días.
China nunca hizo este tipo de propuestas y, en opinión de Trump, no adoptó ninguna medida importante para detener el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos. Así que el 4 de febrero, el mandatario estadounidense siguió adelante con la imposición de un arancel del 10 por ciento a todas las importaciones chinas. La semana pasada, el presidente dijo que el 4 de marzo añadiría otro 10 por ciento a todos los aranceles chinos existentes.
Trump está actuando con rapidez para transformar la relación comercial entre Estados Unidos y China. Los chinos se están moviendo con mucha más cautela y deliberación mientras tratan de analizar a Trump para determinar qué es lo que en realidad quiere de ellos. Algunos asesores del presidente estadounidense, como el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el secretario de Estado, Marco Rubio, han tenido llamadas con sus homólogos chinos. Pero aún no se ha materializado una llamada entre Trump y Xi Jinping, el líder chino.
La situación muestra el dilema que supone para los líderes extranjeros tratar con un presidente tan impredecible y poco convencional como Trump, quien implementa cambios sustanciales en los términos comerciales sin apenas previo aviso ni preparación.
Los chinos no quieren iniciar una conversación porque no quieren que se considere que están suplicando y recelan de ofrecer concesiones antes de comprender los parámetros del debate, según dijeron personas familiarizadas con las conversaciones. En su lugar, funcionarios chinos, académicos y otras personas cercanas al gobierno han tenido conversaciones discretas para tratar de determinar los motivos de Trump, al tiempo que lanzaban tentativamente diversos aspectos de un posible acuerdo comercial entre los países para evaluar la reacción de los estadounidenses.
“Por mi experiencia con los chinos, en las rondas iniciales de una negociación desconfían ante la posibilidad de que haya trampas ocultas u otras razones para ser cautelosos”, dijo Michael Pillsbury, experto en China que asesora al gobierno de Trump en sus relaciones con el país.
La parte china ha transmitido que le gustaría trabajar con Estados Unidos en medidas mutuamente beneficiosas. Pero han estado teniendo dificultades para identificar a personas en Estados Unidos que consideren como canales fiables de comunicación, según una persona cercana al gobierno chino.
También están intentando evaluar la importancia de algunas medidas recientes del gobierno, como un memorando que proponía límites estrictos a la inversión entre ambos países. Trump contradijo públicamente ese memorándum días después de firmarlo, diciendo que veía con buenos ojos la inversión china.
“Creo que los chinos están esperando y escuchando”, dijo Myron Brilliant, quien ha pasado años trabajando con empresas para comprender a los chinos y recientemente ha vuelto de un viaje a China. “Están recibiendo todo tipo de información, están iniciando sus consultas, todavía no están pulsando el botón del pánico”.
“Existe la voluntad, el interés de llegar a un acuerdo con el gobierno de Trump, pero China no quiere condiciones previas al respecto y busca más claridad sobre los parámetros de un acuerdo”, dijo Brilliant, asesor principal de DGA-Albright Stonebridge Group, una empresa de asesoría.
A finales de febrero, una delegación de la que formaba parte Cui Tiankai, exembajador chino en Estados Unidos, se reunió con representantes de organizaciones de investigación y laboratorios de ideas en Washington, según más de media decena de personas familiarizadas con las conversaciones.
En el transcurso de reuniones y cenas, la delegación china transmitió la esperanza de que ambos países pudieran llegar a un acuerdo y propuso ideas para un posible acuerdo comercial, entre ellas compras significativas de productos agrícolas estadounidenses e inversiones chinas en Estados Unidos, según dijeron varias personas.
Pidieron que se tratara a China como un socio en pie de igualdad y criticaron las medidas adoptadas en el pasado por el gobierno de Joe Biden para “contener” a China, como el control de las exportaciones. La delegación también amenazó con que, si entraban en vigor nuevos aranceles estadounidenses, China podría retirar un paquete de medidas policiales elaboradas para combatir el comercio de fentanilo, que incluía información que podría utilizarse para procesar a empresas chinas, dijo una de las personas. Reconocieron que la economía china atraviesa dificultades y que más aranceles podrían perjudicarla.
Asesores y exasesores, así como otras personas familiarizadas con la forma de pensar de Trump, afirman que ha expresado su interés en llegar a un acuerdo de amplio alcance con Xi, mismo que podría incluir compras e inversiones chinas, así como cooperación en temas como la seguridad nuclear.
Pero Trump también cree que se incumplió el acuerdo que ambos países firmaron en 2020 al no comprar suficientes productos. Trump tampoco tiene aversión a aumentar la presión sobre Pekín imponiendo aranceles, pues los considera una fuente de influencia en las negociaciones.
Trump ha dicho que mantiene una gran relación con Xi y que le gustaría que los chinos invirtieran en Estados Unidos. Cuando en febrero le preguntaron si llegaría a un acuerdo comercial con China, Trump respondió: “Es posible”.
“Hicimos un gran acuerdo comercial con China”, dijo. “El problema es que Biden no presionó para que lo cumplieran”.
En una entrevista en el programa Sunday Morning Futures de Fox News, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo que, en vez de detener la fabricación de fentanilo, los chinos les estaban dando “el subsidio máximo” a quienes fabrican los ingredientes de la droga.
“Los chinos tienen que poner fin a este asesinato de estadounidenses”, dijo.
Los aranceles que Trump ha amenazado con imponerle a China desde que llegó al poder ya son a grandes rasgos comparables a los que impuso durante su primer gobierno, dijo Scott Kennedy, asesor principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de expertos de Washington. En 2018, Trump impuso aranceles de entre el 7,5 y el 25 por ciento a más de 350.000 millones de dólares de importaciones chinas, gravámenes que siguen en vigor.
“Apenas son los primeros días”, dijo Kennedy. “Esto debe verse como el nivel más bajo de lo que se imponga, aún no se ha llegado al techo”.
Hasta ahora, Pekín se ha mostrado prudente a la hora de emprender represalias, a su vez respondiendo a la primera andanada de aranceles de Trump con un número más limitado de aranceles. Pero el gobierno chino ha dado señales de que está dispuesto a ir más lejos, posiblemente utilizando su dominio en la cadena de suministro mundial para causar afectaciones.
La delegación china —de la que Cui formaba parte— ya estaba en Nueva York cuando el principal diplomático chino, Wang Yi, visitaba las Naciones Unidas. Aunque Wang fue a Washington, según una fuente, la embajada china ayudó a organizar reuniones para Cui en la capital del país.
Altos cargos del Partido Comunista, como Fang Xinghai, ex jefe adjunto del órgano regulador de los mercados chinos, y el economista Zhu Min, también viajaron a Washington y se reunieron con algunos miembros de los laboratorios de ideas y del gobierno.
Los chinos parecen estar explorando los mejores puntos de contacto para su gobierno. En la gestión previa de Trump, el yerno del presidente, Jared Kushner, actuó como importante intermediario, al igual que figuras del sector privado. Recientemente, los chinos han estado sondeando el papel que Elon Musk —quien tiene amplios intereses comerciales en China a través de Tesla— desempeñará en el gobierno de Trump.
En privado, los chinos han manifestado su voluntad de empezar a negociar un acuerdo, pero quieren saber si tienen acceso directo a Trump.
“Parece haber la sensación de que Pekín culpa de lo ocurrido a los deficientes canales de comunicación”, dijo Yun Sun, director del programa sobre China del Centro Stimson, un grupo de investigación en Washington.
Académicos chinos y funcionarios de institutos y organizaciones de investigación han empezado a proponer varias ideas para un acuerdo comercial. Una de las propuestas consiste en que los chinos realicen grandes inversiones en Estados Unidos en ámbitos como los vehículos eléctricos, las baterías y los paneles solares, lo que podría crear unos 500.000 puestos de trabajo en Estados Unidos, según una persona con conocimiento directo de la propuesta. En una medida poco habitual, las empresas chinas estarían dispuestas a conceder licencias de tecnología a socios estadounidenses y a tener participaciones minoritarias en empresas para mitigar los problemas de seguridad nacional, dijo la persona.
Otra oferta tentativa es la compra de bienes y servicios a Estados Unidos en los sectores agrícola, aeroespacial, energético y posiblemente tecnológico. Los chinos también han insinuado que comprarían más bonos del Tesoro estadounidense, y se han concentrado en una preocupación que Trump expresó recientemente sobre la iniciativa de un grupo de naciones, entre ellas China y Rusia, de crear una nueva moneda de reserva, que amenazaría al dólar estadounidense. Los chinos han propuesto que Pekín podría retirarse de esa iniciativa.
Diplomáticos y académicos chinos han indicado que Pekín también podría ayudar a Estados Unidos a lograr un acuerdo entre Rusia y Ucrania y colaborar en la reconstrucción de Ucrania.
A cambio, los chinos han sugerido que Estados Unidos se comprometa a estabilizar la relación económica. Eso podría significar abstenerse de imponer más aranceles y controles tecnológicos, y permitir más inversiones chinas en territorio estadounidense.
Debido a la preocupación que suscita en Estados Unidos el estrechamiento de los lazos con China en materia de seguridad nacional, no está claro que ambas partes puedan llegar a un acuerdo sobre ninguno de esos temas. Y algunos analistas afirman que las medidas de Trump para aumentar los aranceles están haciendo menos probable cualquier conciliación por parte de China, ya que Xi no querrá proyectar que está cediendo ante Trump.
“Estamos viendo cómo pasan volando las oportunidades y, cuanto más se espera, más hostilidad hay en la sala y menos tiempo tienen ambas partes para llegar a un acuerdo”, dijo Sun.
Minho Kim colaboró con reportería.
Ana Swanson cubre comercio y economía internacional para el Times desde la corresponsalía en Washington. Ha sido periodista por más de una década. Más de Ana Swanson
Alexandra Stevenson es la jefa del buró de Shanghái del Times, reporta sobre la economía y la sociedad de China. Más de Alexandra Stevenson