Trump considera desde hace tiempo a Putin como un compatriota, un actor fuerte y “muy astuto” cuyo esfuerzo por intimidar a Ucrania para que hiciera concesiones territoriales fue poco menos que “genial”. Putin, a sus ojos, es alguien digno de admiración y respeto, a diferencia de los líderes de aliados tradicionales de Estados Unidos como Alemania, Canadá o Francia, por los que muestra desprecio.
De hecho, Trump se ha pasado el primer mes de su segundo mandato engañando a los aliados, no solo dejándolos fuera de las incipientes conversaciones sobre Ucrania, sino amenazándolos con aranceles, exigiéndoles que aumenten su gasto militar y haciendo reclamos sobre partes de sus territorios. Su mecenas multimillonario, Elon Musk, ha apoyado al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania públicamente.
“Por ahora, los europeos ven esto como si Trump normalizara las relaciones con Rusia mientras trata a sus aliados, los europeos, como personas en las que no se puede confiar”, dijo Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, una consultora internacional. “Apoyar a la AfD, que los dirigentes alemanes consideran un partido neonazi, hace que Trump parezca un adversario de la mayor economía de Europa. Es un cambio extraordinario”.
Trump prometió durante la campaña que podría poner fin a la guerra de Ucrania en 24 horas, cosa que no ha hecho, y de hecho dijo que traería la paz a Ucrania incluso antes de su toma de posesión, cosa que tampoco ha hecho. Tras una llamada telefónica de casi 90 minutos con Putin la semana pasada, Trump encargó a Rubio y a otros dos asesores, Michael Waltz y Steve Witkoff, que prosiguieran las negociaciones.
Las concesiones que Trump y su equipo han propuesto parecen una lista de deseos del Kremlin: Rusia se queda con todo el territorio ucraniano del que se apoderó ilegalmente por la fuerza. Estados Unidos no proporcionará a Ucrania garantías de seguridad, y mucho menos le permitirá entrar en la OTAN. Se levantarán las sanciones. El presidente ha sugerido incluso que Rusia sea readmitida en el Grupo de las siete grandes potencias, tras haber sido expulsada por su incursión original de 2014 en Ucrania.